El buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa tiene ya lista toda la maquinaria para, en su travesía desde Las Palmas de Gran Canaria a Santo Domingo, realizar 139 inmersiones en el océano para la recogida de muestras y medir parámetros como la temperatura y salinidad del mar. El Sarmiento de Gamboa, que zarpó desde Vigo a Las Palmas el pasado sábado, es, junto al Hespérides, uno de los buques integrados en la expedición Malaspina, un proyecto multidisciplinar liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y cuyo objetivo es estudiar el cambio global y la biodiversidad del océano.
Para realizar los muestreos, los investigadores del Sarmiento lanzarán al océano tres o cuatro veces al día una roseta, un cilindro metálico equipado con 24 botellas, cada una de ellas con una capacidad de 12 litros y que en esta expedición se prevé llegue hasta los 6.000 o 6.500 metros de profundidad para recoger muestras. Esta roseta, la cual se puede controlar para que pare y recoja muestras allá dónde los científicos establezcan, ha sido previamente probada estos días en las aguas de Vigo a Las Palmas de Gran Canaria.
En concreto, los 23 científicos a bordo del Sarmiento —la mayoría de ellos se subirán en Las Palmas de Gran Canaria— investigarán la zona del Atlántico que discurre por el paralelo 24º Norte, una latitud que se ha escogido porque allí el flujo de calor que transporta el océano hacia el norte es máximo (el equivalente al calor de más de medio millón de centrales eléctricas en un año). Esta zona del Atlántico que discurre por el paralelo 24º Norte está situada entre Marruecos y Miami. Según los investigadores, el Atlántico presenta un comportamiento diferente al resto de los océanos, ya que estos transportan el flujo de calor desde el ecuador hacia los polos, mientras que el Atlántico realiza el transporte hacia el Norte en todas las latitudes.
El objetivo principal será determinar la variación espacio temporal de distintas propiedades oceánicas, como el transporte de masa o calor a través de las corrientes marinas. Los investigadores analizarán los datos obtenidos en la campaña y los compararán con los de otras misiones desde 1957. Esta comparativa ya se ha hecho en otras ocasiones, en las que se pudo constatar que entre 1957 y 1998 la temperatura del agua aumentó un grado, lo que es mucho, y que entre 1998 y 2004 esta disminuyó 0,15 grados, explica Eugenio Fraile-Nuez, del Instituto Español de Oceanografía. Ahora se trata de constatar, continúa, si la temperatura del océano ha seguido bajando o por el contrario aumenta de nuevo.

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